lunes, 19 de octubre de 2009

El nacimiento de la verdad



por el élder Hugh B. Brown
del Consejo de los Doce.

Mis hermanos y hermanas, es un gozo estar nuevamente en casa. Después de una
jornada alrededor del mundo, lo cual resulta muchas veces en un mejor entendimiento
de los pueblos de otras tierras y culturas, regreso con una apreciación mucho mayor
de nuestra propia y amada América, sus libertades y sus oportunidades.
Es mi impresión también, que los pueblos de todas las tierras y culturas, tienen
un hambre creciente y una actitud de mente abierta hacia todas la nuevas verdades.
Los hombres pensantes de todas partes buscan la luz. Hay, de hecho una búsqueda
de la verdad, a nivel mundial.
Los líderes religiosos y científicos están pidiendo que reviva el deseo de aprender y
la actitud de aceptación de la verdad; donde quiera que se encuentre.
La buena vida está dirigida inteligentemente hacia el cultivo de una genuina espiritualidad basada en la fe y el conocimiento, dedicada a la verdad.
La fe es la base de toda religión, pero no hay ninguna virtud especial en la fe ciega. Solamente la fe que está fundada en una valerosa búsqueda de la verdad, merece la atención del estudiante. Nosotros debemos rechazar toda tentación a la irracionalidad, allanar toda inclinación a olvidar o distorsionar los hechos, evitar extremos del fanatismo, y por encima de todo, demandar la
verdad. He aquí la firme base de nuestra religión; una religión que describe la gloria
de Dios como inteligencia y proclama que el hombre es salvo en la medida en que adquiere conocimientos.
Así como las verdades científicas deben ser probadas y verificadas por razonamientos y por la investigación de los hechos, también las verdades morales y espirituales, que el mundo busca de sus profetas, deben ser probadas y valoradas por la experiencia del hombre. En su búsqueda de la verdad, todo hombre debe ser veraz consigo mismo, debe responder a su propia razón y
a su propia conciencia moral. De no ser así, traicionaría su dignidad como ser humano
y como hijo de Dios.
La verdadera dignidad nunca se gana por obtener el primer lugar, ni se pierde cuando
se quitan esos honores. Especialmente en el campo religioso y espiritual, donde la fe se
aventura por terrenos inexplorados, la verdad debe afrontar la prueba de la incredulidad, soportar los fuegos de la persecución, la oposición, el rechazo y el odio. La verdad
oprimida contra la tierra, debe levantarse otra vez.
Quizá fue este pensamiento de la permanencia y eterna duración de la verdad, lo
que movió a Oliver Wendell Holmes a escribir su iluminador ensayo poético sobre "La
batalla de la verdad recién nacida por la supervivencia".

El dijo:
"El tiempo sufre dolores de parto,
cada hora trae alguna verdad jadeante,
y la verdad, recién nacida, parece deforme y
prematura.
Es el terror de la casa y su vergüenza,
un monstruo que se enrosca en el regazo de
su niñera.
Alguno la quisiera estrangular, otro dejarla
morir de hambre solamente;
pero aún respira, y pasa de mano en mano,
alcanzando lentamente su estatura y forma
correctas.
Pule los ásperos bordes de sus escamas de
dragón,
cambia por rizos brillantes su pelo como de
víboras.
Y aparece transfigurada como ángel,
bienvenida por todos los que maldecían su
nacimiento, recibiéndola en sus brazos que
la echaron fuera como serpiente."

Discutamos algunas de las verdades reveladas últimamente; verdades que han teni-
do la recepción y experiencia que el poeta menciona, pues se pensaba que eran "deformes y prematuras". Pero están llegando a su real estatura y forma, y surgen transfiguradas con aspecto de ángel.
La melancólica historia del pasado parece haber sido un precursor necesario para
aquellos grandes eventos que ahora proclamamos. El paso del tiempo más allá del meridiano, después de la crucifixión de Cristo, fue seguida por el crepúsculo espiritual y el
ocaso, y luego por siglos de obscuridad espiritual, después de lo cual aparecen las señales de la aurora. El alba ya rompe y huyen las sombras.

¡Cuan gloriosamente el Señor ha cumplido su promesa de que en los últimos días El
derramaría de su espíritu sobre toda carne! ¡Qué edad tan maravillosa es ésta en la
cual vivimos! ¡Qué tremendos avances se han logrado en los últimos 150 años!
Solamente en el campo de comunicaciones y transporte, hemos dado pasos tan largos, que podrían hacer que nuestros ancestros, si pudieran venir y vernos, dijeran que
somos dioses. Quedarían asombrados por la radio, la televisión y los maravillosos progresos de la ciencia, el dominio de la electricidad y otras fuerzas, por las cuales ponemos a nuestro servicio las grandes fuerzas de la naturaleza, que en sus días eran temidas y adoradas.
Pero a menos que seamos dados a alardear estos grandes sucesos y progresos, debemos recordar cómo han sido usados y lo que ha sucedido en el mundo con estás cosas que nuestra civilización ha producido.
Hambre y necesidades, miseria y tristeza se extienden por todo el mundo, amenazando a la misma civilización que ha hecho posible esas cosas.
Tal parece que el gran plan de Dios incluyera trabajo para una cuadrilla de demolición, que eche abajo las viejas estructuras y haga lugar a eso que va a venir. Pero no dejemos que aquellos que son responsables de estas cosas, se sientan confortados con este
pensamiento, pues Dios ha dicho: "Imposible es que no vengan tropiezos; mas ¡ay de
aquel por quien vienen!" (Lucas 17:1).
Pero, ¿estamos aquí para mirar los grandes avances en esos campos del pensamiento y la actividad humana solamente, donde las cosas materiales al parecer son glorificadas y las espirituales son olvidadas? O ¿debemos esperar en el campo del crecimiento moral y la ilustración espiritual, para encontrar nuevas verdades y revelaciones de Dios? Cuando él dijo que derramaría de su espíritu sobre toda carne, pienso que no intentaba limitar su inspiración a aquellos que están trabajando con cosas materiales solamente, pues en el reino espiritual, también, hay gran necesidad de algo nuevo...
Ustedes recordarán cuando Pedro y Juan fueron al templo de Jerusalén , y llegaron a la puerta llamada la Hermosa; un cojo que estaba ahí sentado, les pidió limosna; y Pedro volviéndose a él, dijo: "No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda" (Hechos 3:6).
Las escrituras nos dicen que él fue sanado y que saltó y gritó de júbilo al sentirse libre. Entonces una multitud se reunió con gran asombro y admiración y Pedro les dijo que lo que hizo no se debía a su propio poder o santidad, sino que fue hecho en el nombre de Jesucristo.
Entonces dijo a la multitud:
"Así que arrepentios y convertios, para que sean borrados vuestros pecados; para que
vengan de la presencia del Señor, tiempos de refrigerio, y él envíe a Jesucristo, que os
fue antes anunciado; a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos
de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas
que han sido desde tiempo antiguo" (Hechos 3:19-21).
El apóstol Pablo dijo que en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, él podría reunir todas las cosas en Cristo, tanto las que están en el cielo como las que están
en la tierra, aun en él.
Ustedes recordarán también, cuando los once estaban con el Maestro cerca de Betania, ellos vieron que una nube lo cubrió y lo llevó al cielo, dos ángeles con vestiduras blancas se pararon junto a ellos y dijeron a aquellos que estaban reunidos: "Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo" (Hechos 1:11).
Nos referiremos nuevamente a esa maravillosa predicción de Juan, quien, mientras
estaba desterrado en la isla de Patmos, tuvo una visión y dijo: "Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta, que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último. Escribe en un libro lo que ves, y envíalo a las siete iglesias que están en Asia: a Efeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea. Y me volví para ver la voz que hablaba conmigo; y vuelto, vi siete candeleros de oro, y en medio de los siete
candeleros, a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido de una ropa que llegaba
hasta los pies, y ceñido por el pecho con un cinto de oro. Su cabeza y sus cabellos eran
blancos, como blanca lana, como nieve; sus ojos como llama de fuego; y sus pies semejantes al bronce bruñido, refulgente como en un horno; y su voz.como estruendo de
muchas aguas. Tenía en su diestra siete estrellas; de su boca salía una espada aguda
de dos filos; y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza. Cuando le
vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: No temas; yo
soy el primero y el último; y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los
siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades.
Escribe las cosas que has visto, y las que son, y las que han de ser después de estas"
(Apocalipsis 1:10-19). Así habló el Hijo de Dios a Juan el apóstol.
En la primavera de 1820, sucedió algo concerniente a lo cual ustedes ya han escuchado esta mañana, hace justamente ciento cincuenta años, Dios, nuestro Padre, se reveló a sí mismo al hombre. El consideró la ocasión y el mensaje de tan gran importancia, que vino personalmente de los cielos y trajo con él a su Hijo Unigénito, y juntos hablaron a este joven, y a cada uno de nosoros. Desde entonces, otros han venido y otras revelaciones se han dado. El ángel
Moroni, Moisés y Elias vinieron. Pedro, Santiago y Juan, Juan el Bautista, Elias y
otros. Ellos hablaron al hombre y lo comiionaron, y el hombre está otra vez en comunicación con Dios.
Ahora bien, yo no olvido el hecho de que esta declaración tal como es, se enfrenta a
a incredulidad y al escepticismo, así como al antagonismo y hasta a la cólera. Los mismos hombres han empleado en contra de esta verdad idénticas armas a las usadas
por el adversario en su batalla en contra de la verdad.
Aquí otra vez la verdad fue considerada deforme y prematura. Y aun, yo pregunto a
todos los cristianos que creen en la Biblia, ¿dudan ustedes de las palabras de Saulo de
Tarso, que dijo que en su camino a Damasco yendo a perseguir a los santos, él vio una
luz que lo cegó y escuchó una voz? El preguntó "¿Quién eres, Señor?" y la voz replicó:
Yo soy Jesús, a quien tú persigues" (Véase Hechos 9:5).
Yo digo, los cristianos creen en este registro y al mismo tiempo dicen que Dios no
puede hablar al hombre. Ellos, que creen en la Biblia, aceptan el registro que nos habla
de la aparición de Moisés y Elias en el Mone de la Transfiguración; y que Pedro, Santiago y Juan estaban ahí y los vieron en la presencia del Maestro. Moisés y Elias, pensarán ustedes, vivieron cientos de años antes de ese tiempo, y aun el hombre dice: "Sí, creemos en la Biblia donde dice eso; eso fue hecho una vez, pero no puede ocurrir nuevamente."
Yo repito: ¿Por qué puede el hombre pensar que es increíble que Dios hable al hombre? ¿No ha sido este su método a través de los años? ¿No lo necesitamos? ¿Nuestra civiización, nuestra ciencia, nuestros estudios de que alardeamos, nos han hecho independientes de él?
Nuestra declaración para ustedes hoy es apenas introductoria; y aunque él vino, y
con él Dios el Padre, y a ellos siguieron esos otros que mencioné brevemente; todo esto
es apenas una introducción de lo que todavía está por venir. En el resplandor crepuscular de la Pascua, escuchen la promesa del Señor: "Porque con poder y gran gloria yo
me revelaré desde los cielos con todas sus multitudes, y moraré en justicia con los
hombres sobre la tierra por mil años, y los malvados no permanecerán" (D. y C. 29:11).
Y otra vez, dice Mateo: "Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras" (Mateo 16:27).
"Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de
Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero" (1 Tesalonicen-
ses 4:16).
Esta declaración de que el Señor vendrá otra vez se hace a ustedes, mis hermanos,
hermanas y amigos, en el espíritu y por el poder que da estas verdades al hombre, y en
su nombre yo declaro a ustedes, que yo sé, como sé que estoy vivo, que esto es verdad.
Esta es nuestra mayor esperanza y el más glorioso anuncio y promesa en toda la historia del mundo, excepto aquella que fue hecha por los ángeles a los pastores en las lomas de Galilea, cuando Cristo nació.
Continuemos la búsqueda de la verdad en todos los campos del interés humano con
empeño "Hasta que los tambores de guerra ya no vibren y las banderas de batalla estén
recogidas en los parlamentos de los hombres, la federación del mundo"; hasta que el
Príncipe de paz venga y asuma su justo lugar como Rey de Reyes y entonces habrá
paz universal por mil años.
Es mi oración que cada uno esté preparándose para presentarse ante él cuando
venga, porque vendrá antes de lo que pensamos.
De estas verdades doy testimonio a ustedes en el nombre de Cristo. Amén.

jueves, 15 de octubre de 2009

Un mensaje al mundo


por el élder Ezra Taft Benson
del Consejo de los Doce


Mis queridos hermanos, presumo que al llegar ál final de una conferencia de tres
días y en la séptima sesión, los que están presentes representan a los sobrevivientes más aptos.
Con todo mi corazón amo y sostengo al presidente Joseph Fielding Smith como
profeta, vidente y revelador y Presidente de la Iglesia, así como a los dos nobles hombres que están a su lado en la Primera Presidencia. Yo sé que ellos son dignos hombres ante Dios, y que llevarán a la Iglesia siempre hacia adelante por medio de la inspiración celestial.
Hablaré sobre el tema: "Un mensaje al mundo."
Desde que el evangelio ha estado sobre la tierra, la predicación del evangelio ha sido la mayor actividad de la Iglesia verdadera de Cristo.
Los profetas de Dios y otros numerosos embajadores de la verdad han predicado la
palabra "a tiempo y fuera de tiempo" (2 Timoteo 4:2).
El Señor resucitado, en sus instrucciones a los apóstoles antes de su ascensión, recalcó la gran importancia de la obra misional.
Mateo, en los dos últimos versículos de su evangelio, resume estas importantes ins-
trucciones en estas palabras: "Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo. Amén" (Mateo 28:19-20, Itálicas agregadas).
Marcos, en su registro, establece: "Id por todo el mundo y predicad el evangelio a
toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado" (Marcos 16:15-16, Itálicas agregadas).
Y así ha sido en cada dispensación del evangelio. Predicar los principios de salvación del evangelio ha sido una gran responsabilidad de primera importancia.
Y esto es verdad en esta dispensación del evangelio. Siguiendo a la gloriosa aparición a José Smith de Dios el Padre y su Hijo Jesucristo, parece que la primera responsabilidad puesta sobre la Iglesia Restaurada es llevar el evangelio al mundo, a todos los hijos de nuestro Padre Celestial.
Este ha sido verdaderamente un gran drama de trascendental importancia; un drama de sacrificio, gozo, penalidades, trabajo, valor y, sobre todo, amor por el prójimo. En ninguna parte sobre la faz de la tierra se encuentra un drama humano que lo
iguale.
Sí, ha costado sangre, sudor y lágrimas llevar adelante esta obra de amor. Y, ¿por
qué lo hemos hecho? Porque el Dios del cielo nos lo ha mandado; porque él ama a sus
hijos y es su voluntad que los prolíficos millones de habitantes de la tierra, tengan
oportunidad de oír, y por propia voluntad acepten y vivan libremente los gloriosos
principios de salvación y exaltación del evangelio de Jesucristo.
Al profeta José Smith él, aun Jesucristo,cuyo nombre lleva la Iglesia, proclamó: "Y
este evangelio será predicado a toda nación, tribu, lengua y pueblo" (D. y C. 133:37).
"Por tanto, la voz del Señor llega hasta los extremos de la tierra, para que oigan todos los que quieran oír" (D. y C. 1:11).
"Y la voz de amonestación irá a todo pueblo por las bocas de mis discípulos, a quie-
nes he escogido en estos últimos días" (D. y C. 1:4).
"Para que la plenitud de mi evangelio sea proclamada por los débiles y sencillos hastalos cabos de la tierra, y ante reyes y goberamtes" (D. y C. 1:23).
Estos son mandamientos directos del Señor Jesucristo, cuya segunda venida está
próxima. En respuesta a estos mandatos y con un conocimiento de las bendiciones del
evangelio, nosotros, como miembros de su Iglesia continuaremos respondiendo.
Esta es la razón por la que cientos de miles de misioneros han ido a todas las nacio-
nes del mundo, gastando millones de dólares de sus modestos medios. Es por esto que
la Primera Presidencia de la Iglesia, aun durante la última Guerra Mundial declaró:
"Ningún acto nuestro, o de la Iglesia, debe interferir con este mandato dado por Dios."
Este es verdaderamente un mandato para su Iglesia y debe llevarse a cabo. Ningún poder sobre la tierra o el infierno podrá detener esta obra o torcer los propósitos del Señor de que este mensaje del evangelio, tan satisfactorio para el alma, llegue a sus hijos, podrá haber guerras, conmociones, desastres en muchas formas para traerlo, pero el propósito de Dios será alcanzado.
Sus hijos escucharán el evangelio de salvación en su propio y debido tiempo.
Seguramente el tiempo vendrá en que los países comunistas occidentales, admitan a
nuestros misioneros y los países comunistas orientales hagan lo mismo. Lo que el Se-
ñor ha decretado será cumpido. Les recordamos a todos los santos y a los hombres de
buen corazón en todos los rincones de la tierra que Dios está al timón; él no está muerto y ha dicho: "Estad quietos y conoced que yo soy Dios" (Salmos 46:10). Para nosotros
en estos días, El ha declarado: "Por lo tanto, alzad vuestros corazones y regocijaos, y ceñid vuestros lomos, y tomad sobre vosotros toda mi armadura, para que podáis resistir el día malo, habiéndolo hecho todo para que podáis permanecer" (D. y C. 27:15).
A todas aquellas personas a través del mundo que están aceptando el evangelio; a
los fieles misioneros de todas partes y a las devotas familias que los sostienen: id hacia adelante con fe y valor. Estáis comprometido en la obra más grande de todo el mundo: la salvación de las almas de los hijos de los hombres. ¡En esta gran obra no podemos fallar!
Los hijos de nuestro Padre necesitan el evangelio. Ellos lo anhelan, desean la segu-
ridad y la paz interior que sólo puede traer el evangelio. Los hijos de nuestro Padre son esencialmente buenos; yo he visitado unas sesenta naciones, dentro y fuera de la Europa Comunista y aunque algunos están esclavizados por gobiernos despóticos y ateos, desean vivir en paz, ser buenos vecinos.
Ellos aman sus hogares y a sus familias; tratan de mejorar su nivel de vida; y el deseo de su corazón es hacer lo justo. Yo sé que el Señor los ama y, como su humilde
servidor, siento amor en mi corazón por los prolíficos millones de habitantes de este mundo. He apreciado este sentimiento hace poco con mayor fuerza, al mezclarme con la gente humilde y de dulce espíritu de Asia, durante los dos años anteriores. He visto muy de cerca, la manera en que el Señor ha tornado en bendiciones los desastres, la guerra, la ocupación del país y la revolución. Las profecías del Señor se están cumpliendo. El evangelio está llegando a pueblos que hace pocos años se consideraban inalcanzables. A pesar de las poderosas tradiciones, dogmas religiosos y antiguas políticas nacionales, se han apreciado múltiples cambios sobre naciones enteras. Están sucediendo milagros ante nuestros propios ojos. El Señor está obrando grandes maravillas y sus hijos se regocijan cuando las bendiciones del evangelio tocan sus vidas.
Esto es maravilloso a la vista. Permítanme ilustrarlo:
En la revelación profética (D. y C. 1) a la que se refiere el Señor como: "mi prefacio para el libro de mis mandamientos que les he dado para publicaros, oh habitantes de la tierra" (versículo 6). El Señor llamó con estas palabras: "Escuchad, oh pueblo de mi iglesia, dice la voz de aquel que mora en las alturas, cuyos ojos ven a todos los hombres; sí, de cierto os digo: Escuchad, vosotros,
pueblos lejanos; y vosotros, los que estáis sobre las islas del mar, escuchad juntamente"(versículo 1). Estas significativas palabras parecen dedicadas especialmente a Asia: "Escuchad vosotros, pueblos lejanos, y vosotros, los que estáis sobre las islas del mar, escuchad juntamente" (versículo 1).
Muchas veces se ha hecho referencia a estas palabras proféticas en los últimos dos
años mientras hice cinco visitas a esas tierras asiáticas como líder de la Iglesia. Yo pienso en esas palabras: "vosotros, pueblos lejanos", mientras visitamos Tailandia, Malasia, Vietnam, Singapur, Indonesia, India y otros, fuimos informados por nuestro agente de viajes que podríamos viajar de regreso a Salt Lake City, ya fuera viajando hacia el este o el oeste - la distancia es más o menos la misma. Yo pensaba en esto cuando presentaba al rey de Tailandia una copia del testimonio de José Smith -salido de la prensa el día anterior -la primera publicación de la Iglesia en lengua Tai.
". . .y ustedes que están sobre las islas del mar, escuchad juntamente". Como estas
palabras, y otras similares del Libro de Mormón (2 Nefi 29:7,11), han venido a mi
mente durante los dos años anteriores, en la nación isleña de Japón, en una conferencia de la juventud, ante 800 jóvenes, mientras escuchábamos 125 testimonios personales en un culto de testimonios de cuatro horas, que se dio por terminado para dar lugar a otra reunión pública programada, dejando a 85 jóvenes con el deseo de dar su testimonio.
Recordamos las palabras "islas del mar" cuando dedicamos la tierra de Singapur el
pasado abril, donde ya tenemos dos congregaciones y un nuevo edificio de la Iglesia en construcción.
Una vez más recordamos las palabras del Señor "islas del mar" cuando visitamos Taiwán y concurrimos a una conferencia de distrito con más de dos mil asistentes en
Manila, Filipinas; en total hay unos cuarenta millones de personas en siete mil islas. Otra vez las palabras "islas del mar" volvieron a nuestra mente cuando nos daban la bienvenida líderes amistosos, para dedicar la tierra de catorce mil islas en Indonesia.
Una visita con el líder de Taiwan, en la isla del mismo nombre y la creciente cantidad de miembros de la Iglesia en Hong Kong, Corea y por donde quiera, muestran
que ese pueblo humilde, amistoso y valiente, está atendiendo el llamado del Señor y
está "escuchando juntamente".
Nunca ha habido un tiempo antes de ahora en que la Iglesia haya tenido la fuerza y
los medios de llegar a las naciones asiáticas.
En el itinerario del Señor, la puerta está ahora abierta y éste es aparentemente el
día señalado para trabajar en Asia. Cada visita es más alentadora e inspirativa que
la anterior. La obra está expandiéndose y una expansión aún mayor está en lontanan-
za.
En cada uno de los países, el tremendo crecimiento es una inspiración.
Aquí es donde está la gente -por cientos de millones- un tercio de la población del
mundo. Por supuesto, desde el punto de vista de la población, nosotros apenas estamos
comenzando.
Mi esposa y yo acabamos de regresar de tres inspirativas, pero muy ocupadas semanas en las misiones asiáticas. Las cinco misiones aumentaron a seis hace cuatro meses, y ahora ya hay ocho, esperándose cuando menos una más en un año. Esto indica el
crecimiento que están adquiriendo estas áreas.
Mientras estuve en Japón, me reuní con tres Autoridades Generales y otros tres líderes, quienes constituían la representación oficial de la Iglesia designada por la Primera Presidencia, invitados a la inauguración el 14 de marzo en la feria mundial conocida como Expo '70, la primera Feria Mundial en Asia, y se dice que es la más grande de todos los tiempos.
El día ant erior, 13 de marzo, nosotros siete, los miembros de nuestras familias, dis
tinguidos oficiales de la feria, alcaldes de las ciudades, representantes de la prensa y tantos miembros y amigos de la Iglesia como el espacio lo permitió, unos 600 en total, asistimos a la dedicación del Pabellón Mormón. Por su localización, su arquitectura, con una figura del ángel Moroni en el tope de una alta espiral y nuestro retador tema "El hombre en busca de la felicidad", será sin duda una atracción popular de la feria. Aproximadamente 20,000 personas visitaron nuestro pabellón el primer día y más de 43,000 el primer sábado. Ahora nuestra gran preocupación es estar capacitados para atender el gran número, estimado entre cinco y ocho millones, que esperamos entrarán a nuestro edificio. La película "El hombre es busca de la felicidad", filmada con personajes japoneses, se está exhibiendo en salas culturales en un esfuerzo por satisfacer parcialmente a aquellos que no pudieron obtener admisión. Esperamos confiadamente las referencias y los requerimientos de misioneros por cientos de miles.
Mientras gozábamos con los inspiradoresservicios dedicatorios, recordé los varios
contactos con los oficiales de la Feria en comidas y cenas, etc., y su graciosa cooperación. La conferencia de prensa de Osaka, Japón, la noche anterior al servicio de abrir la tierra, cuando 29 representantes de la prensa y otros nos tuvieron durante una hora y media haciendo inteligentes preguntas acerca de la Iglesia, de nuestra gente y especialmente de nuestro pabellón. Más tarde, esa noche, muchos miembros de la prensa nos encontraron cuando dedicábamos la nueva capilla de Okainachi. Otra vez estuvieron con nosotros en el servicio oficial de abrir la tierra. Ahí, seis altos oficiales del gobierno, y de la Expo '70 dijeron sendos discursos y rindieron tributo a la Iglesia. Hablaron de la eterna búsqueda de la
felicidad por el hombre y recalcaron que estaban muy satisfechos de que "los mormo-
nes vengan a la Expo '70 a decirnos cómo encontrar la felicidad". Y mencionando
también que los misioneros comentaron:
"Nosotros, en verdad les mostraremos cómo encontrar la felicidad."
Con medio millón de copias del libro de Mormón, prometidos y listos, millones de
folletos y panfletos a la mano, y veintenas de guías dedicadas y cientos de misioneros dispuestos a seguir las referencias, verdaderamente "los pueblos de la isla del mar", "escucharán juntamente" y serán bienvenidos en la Iglesia.
En Japón, la Iglesia está bien establecida en dos misiones y varios distritos. Hace pocos días se organizaron dos misiones más.
Cuatro misiones en las islas de Japón y Okinawa, permitirán un trabajo más intenso
en respuesta al creciente interés. Hay cerca de catorce millones de personas en la vecindad inmediata de Tokio y Yokohama, donde tenemos buenos directores y una organización estable. Se organizó una nueva estaca en Tokio el domingo 15 de marzo. Los líderes de esa estaca están aquí en la conferencia, como ellos dicen figurativamente, caminando en el aire; así de felices se sienten.
Una segunda estaca asiática ha sido autorizada en Manila, en las Filipinas, donde hemos bautizado mil cuatrocientos conversos en 1969. Se organizarán otras estacas en los países asiáticos para llevar a cabo completamente el rico programa de la Iglesia. Anticipando la creación de una misión separada en la China Libre, ha sido aprobada la construcción de una nueva casa de misión en Taipei.
Japón tiene ahora más de doce mil conversos, hay cuatro mil en Corea, casi seis
mil en las Filipinas, cuatro mil en Hong Kong y unos más que estos en Taiwan. Se
ha comenzado la obra en Tailandia, Singapur e Indonesia. Tenemos fuertes congregaciones en Okinawa y un núcleo de vietnamitas ha ingresado a la Iglesia. Nuestros miembros en el servicio militar en Corea, tendieron los cimientos para la Iglesia ahí; y cuando la paz venga a Vietnam, encontraremos la vía preparada para la difusión de la verdad entre estos pueblos.
Dios bendiga a los mormones que están en el servicio militar, pues a través de estas
naciones están poniendo los cimientos para un proseiitismo efectivo cuando ayudan a
construir capillas y hacen amigos y conversos para la Iglesia. En una gira reciente se visitaron seis instalaciones en Tailandia.
Ahora tenemos tres distritos bien operados por miembros en el servicio militar en Vietnam. Se registraron aproximadamente unos mil para las conferencias de miembros
en servicio en Asia, que tendrán lugar en el Monte Fuji, Japón, en abril del 9 al 12, el próximo fin de semana. Las misiones en Asia están obteniendo conversos de alta calidad, devotos y, en algunos casos, prominentes. Una pequeña rama de 50 miembros en Corea, cuenta con cinco catedráticos. La tierra de Indonesia, con 130 millones de habitantes, fue dedicada el 26 de octubre de 1969 para la predicación del evangelio. La obra comenzó con unos cuantos misioneros en Djakarta y hubo necesidad de enviar más misioneros. Se estableció una nueva misión con sede en Singapur.
Estamos construyendo congregaciones substanciales y los cimientos se han puesto
para una tremenda expansión de la obra en el área asiática. Los bautismos en 1969 fue-ron más de 100% que el año pasado y la tendencia continúa ascendiendo.
Una de nuestras grandes necesidades, además de más misioneros, son edificios.
En toda la misión Filipina tenemos sólo un edificio. Pero los sitios para edificar han sido adquiridos y los planes para construir más capillas en varias partes de estas áreas, van en progreso, . La Primera Presidencia ha planeado un gran edificio de seis pisos para Tokio. Este edificio puede albergar instalaciones para estaca y barrio, centro de distribución, oficinas de la misión, oficinas de construcción y otras.
En nuestra vida debemos ver estacas y capillas, conversos en gran número, directores locales con poder y habilidad y quizá un templo erigido entre esta buena gente de
Asia. Esta es su esperanza y su oración.
La perspectiva es aún más alentadora; el Señor está bendiciendo a los nuevos conversos, a los misioneros, a los presidentes 'de misión. Hay un espíritu de optimismo por doquier en este humilde pueblo, cuando los hombres prominentes tienden su mano de amistad y cooperación.
Que Dios bendiga abundantemente a este prolífico pueblo de millones en los países
asiáticos; esta selección de "pueblos lejanos", que están "sobre las islas del mar"
cuando ellos escuchen "juntamente" el mensaje de salvación de los humildes siervos de Dios; ya sean miembros locales o misioneros.
Nuestro mensaje es un mensaje al mundo. La Iglesia de Jesucristo de los Santos de
los Últimos Días, es una organización mundial.
Porque el Señor ha declarado a través del profeta José Smith: "Y la voz de amonestación irá a todo pueblo por las bocas de mis discípulos, a quienes he escogido en estos últimos días. E irán y nadie los impedirá, porque yo, el Señor, se lo he mandado" (D. y C. 1:4-5).
De esto doy humilde testimonio, con profunda gratitud por las bendiciones del Señor en nuestra obra en Asia y a través de todo el mundo. En el nombre del Señor Jesucristo. Amén.

Diario de Discursos

Este espacio esta creado para poder tener acceso a los diferentes discursos pronunciados por Autoridades Generales de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días, con el proposito de tener un acceso mas directo a lo que es la palabra del Señor a travez de sus siervos debidamente autorizados sobre la tierra.